Las hojas del invierno a tierra vienen
Doncellas desoladas en su pálida desnudez
Enero es el mes más cruel del año
Por la concordia feroz
Del frío y el cielo vacíos
Bate el viento un pecho de muerte herido
Pronto dejaré mi casa
Y todo lo que he amado
Para ascender a la materna nada
Donde lo que hubo final hubo principio
Y no espero piedad alguna
Las flores son indiferentes al dolor humano
Porque no tejí sus hojas ni de mi sangre regué sus raices
No soy el aire que respiran ni el arco de luz en que se sublima
Su belleza antigua y milenaria
Un vaso de jade, un ánfora de frágil materia
Contenía mi alma todos los perfumes
Pero los hombres ciegos y sordos
Con el alma putrefacta de deseos muertos
Los han derramado por el suelo
Adios es una palabra sagrada
Que mis labios sellados no osan pronunciar
Adios es una oración para un dios ausente
Un grito desgarrado hacia un cielo indiferente
Pero puesto que ha de llegar el día postrero
Con la frente puesta en la tierra, con el latido del mundo en el pecho
Adios.
Doncellas desoladas en su pálida desnudez
Enero es el mes más cruel del año
Por la concordia feroz
Del frío y el cielo vacíos
Bate el viento un pecho de muerte herido
Pronto dejaré mi casa
Y todo lo que he amado
Para ascender a la materna nada
Donde lo que hubo final hubo principio
Y no espero piedad alguna
Las flores son indiferentes al dolor humano
Porque no tejí sus hojas ni de mi sangre regué sus raices
No soy el aire que respiran ni el arco de luz en que se sublima
Su belleza antigua y milenaria
Un vaso de jade, un ánfora de frágil materia
Contenía mi alma todos los perfumes
Pero los hombres ciegos y sordos
Con el alma putrefacta de deseos muertos
Los han derramado por el suelo
Adios es una palabra sagrada
Que mis labios sellados no osan pronunciar
Adios es una oración para un dios ausente
Un grito desgarrado hacia un cielo indiferente
Pero puesto que ha de llegar el día postrero
Con la frente puesta en la tierra, con el latido del mundo en el pecho
Adios.
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