Los árboles son los hijos sagrados de los tres mundos
Pues que en ellos cielo tierra y agua se conjugan
Mira sus copas, mástiles de los bancos nubosos
Siente sus raíces, la danza de la tierra virgen
Acaricia su corteza, la vestidura de la desnudez del ser
Quien no a amado a un árbol no sabe lo que es amar
Tiene las manos dolorosas como navajas
Cada caricia suya inflinge heridas
Porque jamás han sentido
La húmeda pasión
Del silencio acuoso de la vida
Yo me quiero acostar desnuda contra la tierra
Dejar que las raíces me penetren
Hasta confundirse con mis venas
Quiero florecer en primavera
Que se me rompa la piel y me broten rosas
No me importa que me duela porque es el mismo dolor
De la madre cuando da a luz
Y no tengo otro lenguage que el silencioso pulsar de la savia
Quien crea que callo se engaña y está ciego
Yo grito en cada paso, como gritan los árboles
Cuando su sangre se vuelve torrente en sus venas duras
Yo, me visto de tierra y musgo para entrar en el vientre de la tierra
En la oquedad oscura en que todo final es inicio