En las oscuras horas de espesa penumbra
Mi alma pesarosa se pone a cavilar
En la angustia insoportable de la breve luz
Que tu presencia fue en nuestras vidas.
Te fuiste como las aves, migró tu alma a destino incierto
Y sólo nosotros barcos varados
En el océano sin fondo ni horizonte de la vida
Quedamos aquí, traspasados de cenizas
No quiero a tu muerte levantarle
El monumento devastador del llanto
Antes quiero conservar en la memoria
La radiosa ubicuidad de tu presencia
Estabas en aquel lugar y en todas partes a un tiempo
En mechón de cabello de tu peine, en el aroma de un cigarro
Y en la suave presión de tu cuerpo sentado en mi cama
¡Esa cama! Sobre la que tantas veces te inclinaste buscando yo no se que absolución
Y yo que era una niña te la dí con mis develos a tu espera
Con no preguntar a dónde habías estado ni por qué
Del niño que fuiste confidente, de tus dolores viejos medicina
Así me gusta pensarme en las horas dulces en que te evoco
Padre, mi querido padre escucha ahora mi plegaria silenciosa
Murmurada al filo de tu recuerdo
Temerosa de borrar tu fantasma que siempre me acompaña
Crecimos sin tí , sin tí florecimos como la rosa entre el espino
Nuestros caminos han sido de piedra y barro y agua dulce
Con ellos te levantamos una efigie frágil y eterna
Dolorosa y pirotécnica
Nos reímos al evocarte y una sonrisa como paloma se nos viene a posar en la boca
La garganta de Marissa es un río en que desemboca tu voz
Yo soy la misma bibliófila un poco dilettante que recuerda como
Te conmoviste al leer la historia de un huérfano
A veces me fallan las fuerzas y entonces me pongo triste
De una pena helada que va creciendo en mí como un glaciar implacable
Y las palabras se me quedan a medias, caen como mariposas calcinadas en este poema
Tengo miedo de decir que ya no recuerdo tu voz
Tengo miedo de que mis palabras causen pena y entonces
La poesía se me escurre como arena entre los dedos
Yo muchas veces evité escribir sobre tí
Porque no fuera mi verbo un puñal afilado
Porque no quería que quien me leyera
Recordará sólo una cama de hospital
Blanca y vacía sobre la que nadie hubiera estampado un beso
¡Pero basta ya!
Reducirte a eso sería ofederte
El velo de las lágrimas es oscuro y traidor
Es una sombra que engaña haciendo creer
Que toda una vida no es más que cenizas
Flotando en el mar de Huatulco
Tú no fusite ese que ví en un feretro
Cuando te ví ahí no lloré porque no le sé llorar al vacío
¿O no lloré porque lo sabía?
Porque tu muerte se insinuaba desde años atras
¿Porque la llevabas como la Coatlicue lleva calaveras y flores?
Eras un poco como Jano mirando con un rostro al futuro y otro al pasado
Tu infancia cruel escribio el caligrama de tu muerte
Pero en el interín
¡Cómo reíste, bailaste, bromeaste! ¡Cómo olvidar tus bromas!
Hoy se padre mío que viviste y esa certeza me trae sosiego
Le sacamos juntos todo el jugo a la vida
Y fue tu alegría una explosión de mariposas
Sólo quiero padre que quien esto lea no llore
Porque el llanto es una bruma negra que vela tu sonrisa
¿De acuerdo?
Eternamente Erika

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