En estas horas de soledad profunda
Deshojo lo inconmensurable de las hojas
Soy un árbol en medio del camino
De un viajero ciego y deslumbrado
Enamorado del crepúsculo sangriento
En la tierra del jamás buscó su suerte
Pues cuando agonizaba el día
Tierna mano le tomó la helada muerte
¡Ay no le reprochen el querer partir!
Atravesar el arco impasible del horizonte
No eran lo suyo los laberintos de la vida innoble
Antes la posibilidad de ser paloma
Y elevarse por los cielos, ascender, ser una estrella
Cuajada su fantasía en ardiente constelación
En estas horas de soledad que me atraviesan
Como los filos de la postrera guadaña
Rendirme quiero a los encantos de lo imposible
Pues más me ha valido en mi breve tiempo
De la locura ser pitonisa delirante
La verdad ¿Qué verdad? es aburrida
Es un tren que marcha en línea recta hacia otra línea recta
Yo giro en círculos, me precipito por la espiral de humo
Ebria, bacante furibibunda, posesa de la ebriedad del verso
¡Compréndanlo de una vez! ¡Ah todos los poetas somos locos!
Locos que no queremos ni buscamos ser sanados
La cordura es el estado más cruel del alma humana
Porque obliga a mirar a los hombres a los ojos
Y hayarse ahí ante el vacío de ternura
La lengua hecha polvo de repetir
Verdades extinguidas, cádaveres resecos
Yo no quiero tener en la boca un desierto
Para que mi lengua sangre de la ansiedad de la sed
dijo mi hermano convertido en estrella
¡Déjalos! ¡Abandónalos a su ridicula salud!
El mundo es un teatro y puedes usar cuántas máscaras quieras
Y viajar sin moverte como el sabio Pessoa
La realidad se desvanece y yo me precipito
Riendo a carcajadas hacia la vida
Que me estalla en cada poro cual nube de mariposas
Porque dado me fue el don de estar loca y escribir poesía.

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