Suelen pasar las mariposas
Como un rebaño de luz por mi ventana
En este invierno frío yo enciendo
Los fanales de mis ojos para cruzar
Con su ayuda el camino hacia la otra orilla
Allí donde me espera la canción del mar
Y las voces que en su vientre parió la luna
Para derramarlas sonriente sobre las espuma
Por las noches el agua es un alfabeto
Un codigo de signos incomunicables
Una pura resistencia al significado
Estar en el agua es estar simplemente
Existir en estado puro, cual polípo de coral
Y saber que el tiempo nos erosiona
Sólo para esculpirnos alguna otra faz
Yo amo del agua la eterna pertinencia
Su sabor a barcos naufragados
Porque sólo ahí la vida
Se trenza a duelo con la muerte
En la acuática penumbra flotan mis sueños
Son medusas que secuestran los huecos de mi cerebro
Y sueño entonces que soy inmensa y que la mano artera del hombre
Se resuelve en inocente jugueteo de cenizas
Quemar las naves sobre el agua misma
Es el gesto máximo de libertad
Y la boca me sabe a calcáreas desinencias
De un discurso que empezó y que no verá final.