Qué fue del tiempo ave ligera
Como arena se escurrió entre mis dedos
El agua de mi boca es un surtidor
Que vierte hacia la nada la palabra fin
Soy flor de asfalto nacida de la ruptura
De la piel de una ciudad sin alma, mecida en sus ruinas
De una grieta en el alma brotó ceniza
Y fue cual erupción tras la pupila
las mariposas que por el aire volaban
incendiadas
Vinieron a tierra huérfanas de alas.
Más no ha de ser en vano mi muerte
Ni lamentaré jamás esté lento perecer
Porque en cada grafía me deje yo el alma
Y con cada letra encendí un nuevo sol.
Quedara mi mano sarmiento reseco
Pero habrá vertido antes sus jugos
Y de su pasó será febril testimonio
La ebriedad de quien estas líneas lea.

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